VACUNAS Y GEOPOLÍTICA

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Humberto Vacaflor Ganam

El presidente Luis Arce les ha dicho a los bolivianos que el contrato para la compra de vacunas rusas contra el virus chino no se lo puede difundir porque contiene una “cláusula de confidencialidad”.

Algo parecido acordaron los peronistas argentinos con la China: allí tampoco se pueden difundir los detalles, pero se sabe que a cambio de las vacunas, Argentina entregará en la Patagonia amplios territorios para la instalación de bases de observación del Partido Comunista Chino. Dicen que sería de interés astronómico, palabra que sugiere  la dimensión de la factura.

El acuerdo de Bolivia con Rusia sobre las vacunas tiene el mismo grado de hermetismo que el firmado por el cocalero Morales para la planta nuclear en El Alto, muy cerca de Senkata, acuerdo que felizmente estuvo paralizado durante el gobierno de Jeanine Áñez.

Habrá que suponer, porque no se conocen los detalles, que la “confidencialidad” se refiere a lo que pagará Bolivia por las vacunas, ya sea en dólares, en yuanes o en soberanía, es decir en territorios.

Sería ingenuo pensar que la cláusula se refiera a las demoras que podría tener la entrega de las vacunas por parte de Rusia, demoras que ya se están dando en este momento, y han obligado al gobierno boliviano a decretar un cambio en el intervalo entre la primera y la segunda dosis. Es que las entregas están tan atrasadas que ese intervalo ya no será de 19 días, sino de tres meses. Habrá que rezar para que no haya otros cambios cuando se esté acercando la fecha del nuevo plazo.

En ese caso los ciudadanos bolivianos seguirían desprotegidos ante el virus chino como lo han estado hasta ahora, lo que quizá no sea motivo de preocupación para el gobierno masista, que más ocupado está en cumplir las órdenes de la ansiedad de venganza que tiene el cocalero que en cuidar la salud de la gente.

Lo peor sería que la cláusula se refiriese a lo que Bolivia entregará a Rusia a cambio de las vacunas. El secreto permite especular que quizá los rusos estén ahora eligiendo, como quien lee el menú de un restaurante, lo que han de pedir. Sería una entrega “a la carta”.

Para frenar estas especulaciones que ya están muy difundidas entre los bolivianos, el gobierno masista tendría que levantar el velo que oculta el acuerdo con los rusos… y con los chinos.

El pueblo necesita saber cuál es el precio de este acuerdo. Y si tuviera que ver con la entrega de territorios, correspondería que se lo someta a un referéndum, aclarando que, esta vez, el masismo ha de respetar el resultado y no ha de inventar patrañas como las que inventó para el 21-F.

Siglo21bolivia.com

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