LA AGONÍA DEL M.A.S.

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El cambio del proceso

Humberto Vacaflor Ganam

Un presidente que apenas controla una pequeña fracción del partido de gobierno, en medio de una división interna irremediable, decide detener al gobernador de una tercera parte del país.

El resto del país no tiene nada que ver con el partido de gobierno, salvo algunos bolsones de cocaleros y narcos, además de ciertos empleados públicos.

Después de dieciséis años en el gobierno, el MAS agoniza y Arce decide dar un pataleo de ahogado desafiando al departamento con mayor peso económico del país.

Sabe Arce que sus asesores tienen diseñado el esquema para que no se llegue a la devaluación de la moneda, sino a una fórmula intermedia. Pero sabe que el sacudón que significará esa medida será muy fuerte, parecido a un tsunami.

También sabe que deberá ajustar el precio de los combustibles, lo que debe ser de inmediato, porque ya no hay dinero para importarlos y menos para subvencionarlos.

El gobierno del proceso de cambio está comenzando a comer sus propios despojos. Comenzó la cosecha de los errores cometidos por el ministro de economía de Evo Morales, quienquiera que haya sido.

Un ministro que suscribió el peor despilfarro de la historia, que dio su firma para que no se apliquen estudios de factibilidad para las inversiones públicas y todo se haga, además, con invitaciones directas en lugar de licitaciones, como manda la ley.

Del tema no hablan, por supuesto, ellos mismos y, contagiados, tampoco lo mencionan los supuestos opositores, pero esa unanimidad no hace que el delito desaparezca.

Cientos de miles de millones de dólares tirados a la basura a cambio de comisiones que los masistas recibieron y que ahora figuran en las fortunas más grandes atesoradas por funcionarios públicos en la historia del país, depositadas en el exterior.

La entrega del país a fuerzas internacionales, comenzando por los cárteles del narcotráfico o los chinos dedicados a la minería ilegal.

Lo que no les impide hablar, cada vez que pueden, de las “potencias extranjeras que quieren adueñarse de nuestros recursos naturales”.

Esos recursos ya están en manos de potencias extranjeras, de esas que son amigas del régimen, que son aliados en lejanas confabulaciones contra la democracia.

Han entregado territorios a potencias extranjeras más grandes de los que el país perdió en todas las guerras con sus vecinos.

Han convertido a Bolivia en un país aliado de los musulmanes asesinos, como los de Irán, y no se avergüenzan de ello.

Aplauden los crímenes de guerra del desquiciado de Putín, al que respaldan en las Naciones Unidas, lo que equivale a haber apoyado a Hitler.

Ese es el partido que ahora agoniza. Y que ahora querría acabar con el país, ya que no ha podido con él.

Siglo21bolivia.com

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