Consultores y fantasmas

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Humberto Vacaflor Ganam

La más grandes y extendida corrupción de la historia de Bolivia, a cargo del MAS y de algunos de sus cómplices, angustia al partido del cocalero y al poder judicial, prisionero de fantasmas en línea.

El gobierno, o quien maneja sus decisiones, trata de esquivar el bulto lanzando ahora una furiosa represión contra los dirigentes cívicos y poniendo cargas de dinamita en el sistema financiero.

Son gestos de desesperación que retratan la gravedad del escándalo de los fantasmas y el temor que tiene el gobierno de pasar a la historia como el más corrupto de todos los tiempos.

Su primer instinto ha sido actuar como un ejército de ocupación que, al ser derrotado, se marcha pero dinamita los puentes por donde ha pasado y destruye todo lo que puede destruir.

Hay un decreto del cocalero Morales, el número 3819, por el cual la contratación de consultores no es un gasto, sino una inversión, por lo que no requiere de concurso de méritos o licitación: se resuelve con una simple invitación directa.

Todas las compras que ha hecho el gobierno del cocalero han sido por invitación directa, lo que le permitió pagar sobrepecios fabulosos por equipos y maquinarias inservibles o sobredimensionadas, pensando solamente en el monto de las comisiones.

Se podría decir que todo el IDH se ha ido en esa clase de contratos en el país, pagando a consultores que son cientos de miles y que forman parte del ejército de fantasmas que agobia al TGN y pone felices a sus beneficiarios.

No se conocen las cifras totales de esta inflación de fantasmas, sólo la referida a los electores supernumerarios que fueron inscritos en 2009 por diligentes funcionarios venezolanos: son 1.200.000 ciudadanos que votan.

La policía secuestró todos los documentos sobre los fantasmas de la alcaldía de Santa Cruz y se los llevó a La Paz. Eso garantiza que los nombres de los fantasmas azules no se conocerán.

Pero algo se sabe. La alcaldía de Santa Cruz cuenta con 4.000 empleados pero tiene 800 fantasmas, es decir 20%. Pero eso es poco cuando se compara con ciudades intermedias.

Nada más que en el pueblo cruceño de Porongo, a pocos kilómetros de Santa Cruz, la alcaldía tiene 134 empleados con ítem, pero cuenta 262 consultores. Aparte de tomar helados en la bella plaza del pueblo, no se sabe qué otra cosa pueden hacer los consultores de Porongo.

Por el momento, la ciudadanía cruceña ha decretado la muerte civil de todos los fantasmas. Y eso es lo que se propone hacer el movimiento nacional de los pititas, que felizmente no tiene caudillos.

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