Vergüenza boliviana

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Humberto Vacaflor Ganam

El reportaje de O Estado de Sao Paulo sobre la libertad que tienen los narcotraficantes en Bolivia y cómo el país se ha convertido en una pieza clave del “Narcosur” es una confirmación de la peor pesadilla de los bolivianos.

Y a ello se suma la influencia que el expresidente Evo Morales tiene en las regiones cocaleras peruanas, como el VRAEM, donde el presidente de ese país, Pedro Castillo, ha decidido convertir una pista clandestina en un aeropuerto internacional, como ocurrió en Chimoré.

La denuncia de Estadao, como se conocer al diario paulista, dice que la más grande organización mafiosa brasileña, Primer Comando da Capital (PCC), dirigida desde la cárcel por Marco Williams Herbas Camacho, hijo de bolivianos, conocido como “Marcola”, tiene una presencia creciente en Bolivia.

Los detalles son impactantes porque habla de un acuerdo entre el PCC con la mafia calabresa Ndangreta, que le cobra 40% del precio por permitirle entrar al mercado europeo llevando la cocaína que en Bolivia cuesta 1.000 dólares el kilo y en Europa 35.000.

En Perú, entretanto, la prensa está alarmada por el hecho de que el cocalero Morales tiene una oficina en Cusco, desde donde difunde las tácticas para convertir a ese país en otro eslabón del Narcosur.

Y desde Argentina, la opositora Patricia Bullrich denuncio en un video cómo en el pueblo salteño de Tartagal, el peronismo desmanteló todo el sistema que el gobierno de Mauricio Macri había instalado para detectar las avionetas bolivianas que ingresan cocaína boliviana. Ya no están los aviones caza y el radar no se usa, dijo.

El periodista Jorge Lanata dijo al respecto que, según datos de Gendarmería, cada semana ingresan a ese país por lo menos quince avionetas bolivianas con droga, lo que provoca un incremento de la violencia.

El barrio de La Matanza, en Buenos Aires, es donde más muertes se dan, porque es el paso de quienes se dirigen a las villas donde se vende la droga. Y en la ciudad de Rosario han muerto hasta ahora 189 personas en enfrentamientos de narcotraficantes.

Es decir que, como dice Estadao, de veras existe el Narcosur, una organización regional de mafiosos que tiene a Bolivia como su principal territorio desde donde se expande el negocio en todas direcciones.

Mientras tanto, en el país se toleran las actividades afines al narcotráfico se incluso se permite que personas pertenecientes a esa actividad participen en política, donde vuelcan parte de sus fabulosos recursos económicos.

No es tarde para que los bolivianos reaccionen a esta vergüenza.

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