Humberto Vacaflor Ganam
Una combinación de circunstancias acaba de provocar que el precio del gas natural llegue en el Asia a su nivel más alto, de 34 dólares el millón de BTU, el mismo que hace un año era de 5 dólares, dice Siglo 21.
Si los bolivianos hubiéramos sospechado que ese ocurriría seguramente no habríamos agotado tan aprisa nuestras reservas de gas y menos todavía hubiéramos despilfarrado los ingresos producidos por esas exportaciones, como hicieron el cocalero Morales y su ministro de economía.
Pero no es bueno llorar sobre la leche derramada, aunque quizá haya que pensar en juicios de responsabilidades para estos irresponsables que tienen la osadía de dárselas de severos dictadores y aplican castigos a diestra y siniestra.
Mientras los bolivianos tenemos esas tareas pendientes, de castigar a los que manejaron el mayor festín del despilfarro en la historia del país, la energía produce muchas novedades.
La situación de la energía en el mundo está en turbulencia: los barcos que llevan carbón mineral de un lado a otro del mundo están buscando rutas más cortas en vista de la urgencia de los compradores.
Cuando el mundo se angustia por el CO2, aumenta el consumo del combustible más contaminante que se conozca, porque, como se sabe, la necesidad tiene cara de hereje, incluso en esta materia.
Los hidrocarburos, que comenzaron su reinado en 1860, están de ida, dicen quienes les culpan de la contaminación y del calentamiento global, pero el caso del carbón mineral hace sospechar que todavía no se irán y quizá lleguen a cumplir dos siglos con mucha holgura.
De todos modos, la Ford ha anunciado que invertirá 11.000 millones de dólares en tres plantas para fabricar baterías para autos eléctricos, mientras la GMC dice que en el año 2030 casi la mitad de los autos que produzca (40%) serán eléctricos.
Lo que deja la sospecha de que dentro de nueve años se acabarán los surtidores donde se vende gasolina, diésel y gas natural, porque todas las fábricas automotrices anuncian el monopolio de los vehículos eléctricos para ese momento.
Y en lugar de los surtidores estarán unas estaciones con sus enchufes, sus tomalejos, sus alargadores o lo que se llamen, para que los autos reabastezcan sus baterías.
Pero como nos lo muestra la hulla, que sigue siendo requerida, habrá que hacerse a la idea de que los vehículos movidos con combustibles fósiles seguirán presentes en el mundo por muchos años más.
En la perspectiva se anuncia el espectáculo en que los bolivianos veremos pasar el gas natural argentino hacia el mercado brasileño por los gasoductos que alguna vez sirvieron para las exportaciones, y suspiraremos por la mala suerte de haber tenido gobernantes tan malos en esos momentos.