Camino de Argentina

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Humberto Vacaflor Ganam

Es cierto: Argentina se llama así por la plata de Potosí pero la de ahora tendría que cambiar de nombre, para hacerle honor a la nueva riqueza que sale de estos territorios.

A cambio, como ha ocurrido siempre, de Argentina llegan ahora las tendencias, incluso las equivocadas, como las que envía la versión más torcida y degenerada del actual peronismo.

No son los ejércitos auxiliares argentinos de entonces los que llegan ahora, sino hordas de desquiciados, empezando por las “feminazis” propiciadoras del aborto y continuando con los emisarios que traen la consigna de  seguir “combatiendo al capital”,  como dice la marchita peronista desde 1945.

Y los de aquí siguen estas lecciones al pie de la letra. Si en Argentina los peronistas de ahora hablan de la “maldición de la tierra” y castigan a quienes producen cualquier cosa en el campo, aquí los seguidores aborígenes deciden prohibir las exportaciones del agro.

Si allá se aplican “retenciones” a las exportaciones, aquí se fijan franjas de precios para los productos. Las ocupaciones de tierras en Argentina se reproducen aquí con la confiscación de amplios territorios que se entregan a “originarios” recién llegados. Unos originarios improvisados.

La expulsión de empresarios argentinos se mide por la llegada de casi todos ellos a Uruguay, algo que los bolivianos han comenzado a hacer. Viva la gran patria charrúa.

Mientras tanto, avanza el “plan B”, que en realidad es el Plan A. Argentina es el cuarto exportador de cocaína de Sudamérica gracias a la materia prima o semielaborada que le llega de estos territorios.

Ya no hay geógrafos italianos que le pongan nombre a los ríos, como era entonces, pero hay enviados de las mafias que bautizan a los barrios, las ciudades y las regiones de esta nueva geografía.

Allí y aquí es el capital legal al que se combate. Los proyectos políticos de la nueva realidad están basados en actividades económicas exentas del pago de impuestos.

En aquellos tiempos la colonia tampoco pagaba impuestos. Era una potencia extranjera, ajena a los pueblos originarios.

Lo de ahora se les parece porque la transnacional del crimen organizado tampoco tiene patria ni pueblos originarios, sólo unos virreyes impuestos desde muy lejos.

En Bolivia y Argentina pesan más las mafias centroamericanas que la OEA. Y los grupos de las FARC metidos en el negocio valen más que el Mercosur.

Esta nueva realidad regional necesita cartógrafos actualizados que modifiquen los viejos mapas, que cambien los nombres de los ríos y de los países. Mientras tanto la región está obligada a vivir una ficción desactualizada de las cosas.

Siglo21bolivia.com

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