Los polos del narco

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Humberto Vacaflor Ganam
Si Argentina es ahora el cuarto país exportador de cocaína de Sudamérica, como dice Naciones Unidas, es mérito de la pujante actividad del narcotráfico del Chapare, la región que concentra el mayor PIB per cápita de Bolivia: el único lugar con Lamborghinis y Bentleys en sus garages.
Los empresarios cruceños dedicados a la soya apenas atinan a comprar vehículos japoneses, y no solo por mal gusto, sino porque sus ingresos no dan para mayores lujos.
Y si Venezuela sigue controlando el tráfico de cocaína en el Caribe es también mérito del Chapare, como lo evidenció y testimonió Leonardo Coutihno en su libro sobre Hugo Chávez.
Los narcos bolivianos, en suma, son imperialistas: tienen dos colonias en la región que dependen de sus provisiones de materia prima, producto semielaborado o el mejor clorhidrato de Sudamérica, producido en las más sofisticadas refinerías que operan bajo la protección de lo que dice llamarse “Estado” boliviano.
Una región que tiene dos países en calidad de colonias económicas no se detiene en pequeñeces. Controlar su entorno más íntimo, como el departamento de Cochabamba, es “pan comido”.
Para las elecciones de marzo, ha puesto como candidato al cargo de gobernador a un personaje que hacía de “cónsul” o “virrey” del Chapare en la ciudad de Cochabamba desde la alcaldía de Sacaba, la cabecera de playa del Chapare en la ciudad capital. Pues ahora el propósito es convertir al virrey en gobernador.
Todo esto mientras el “emperador” que había impuesto el poder del narco en todo el país encuentre la forma de recuperar el cetro, que perdió por puro cobarde, en noviembre de 2019, cuando escapó, perdiendo los calzoncillos. Por el momento se lo ve sin posibilidades de recuperar el trono perdido.
El problema que tiene este “emperador” derrocado es que no fue capaz de unir a los dos polos del narco en Bolivia porque, con criterio enano, privilegió al Chapare.
Y el otro polo del narco está en El Alto-Yungas, con la ventaja de que su coca es la tradicional, la real, la de etiqueta negra, mientras que la coca de Chapare es la “fake coca”.
Las fábricas se concentran en el distrito 8 de El Alto, que comprende Senkata. Los “guerreros” que querían incendiar La Paz tomando esa planta de combustibles tenían muy buenos comandantes.
Por el momento, el poder narco se entretiene molestando a lo que queda de la democracia boliviana con juicios por los caídos en las batallas de Sacaba y Senkata, dos puntos clave del dominio del narcotráfico en este imperio del que dependen tantas colonias.
Siglo21bolivia.com

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