The Economist elogia a Bolivia

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Humberto Vacaflor Ganam

Debe ser la  primera vez que la revista The Economist pone a Bolivia en una muy corta lista de países que quiere elogiar, entre los mejores de 2020.

En su edición de fin de año, menciona en primer lugar a Nueva Zelandia, por su ejemplar manejo de la pandemia: solo cien contagios y 25 muertos y en este momento sus estadios repletos; todo normal.

En segundo lugar figura Taiwán, también por su excelente manejo de la pandemia, con siete muertos, sin cuarentenas ni cierre de actividades, y un desempeño envidiable de su economía a pesar de la permanente amenaza del régimen comunista de Pekín.

Estados Unidos es el tercer mencionado. Dice que manejó mal la pandemia pero elogia el hecho de que, al rechazar la reelección de Donald Trump, los electores hayan frenado la otra pandemia peligrosa, la del populismo.

Y es a propósito de eso que la revista tan prestigiosa menciona a Bolivia por haber repudiado a un dictador “socialista” que cometió fraude electoral y haber desembocado en la elección de un “tecnócrata”.

Otras publicaciones internacionales repitieron la consigna de llamar “golpe de Estado” a las protestas de 2019 que provocaron la renuncia y la precipitada fuga del cocalero Morales.

En  ningún informe sobre la situación boliviana posterior a la fuga del “socialista” la revista tan prestigiosa cometió aquel error, que fue casi unánime en los medios del exterior.

Si esa fue una corriente que respondió a una consigna, financiada o no por recursos lícitos o no, es algo difícil de verificar.

Pero es un honor para Bolivia y la ejemplar protesta de octubre-noviembre de 2019 que esta autoridad mundial del periodismo corrija el error cometido por tantas publicaciones.

Esas publicaciones repitieron el absurdo de llamar “golpista” al gobierno de transición que había sido aprobado por el parlamento donde el MAS tenía dos tercios de los votos.

La señora Eva Copa repitió ahora que la sucesión constitucional que se dio en noviembre de 2019 fue “forzada” por el “vacío” dejado por la renuncia del cocalero y su vice.

Con esta mención, The Economist le hace justicia a los bolivianos y devuelve la fe en el periodismo al demostrar que no todos los medios obedecen las consignas de poderes económicos innombrables.

Pero sobre todo el homenaje de la  mejor revista del mundo es un aliento para que los bolivianos concluyan el propósito que les movió y que resultó en una revolución inconclusa por la visión obtusa de los políticos que tuvieron a su cargo administrar el triunfo popular.

Es una tarea que debe completarse tarde o temprano.

Siglo21bolivia.com

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