Guerra en medio del virus

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Humberto Vacaflor Ganam

Algo nos decía que la huida del cocalero, el 10 de noviembre, no había sido el final de la historia. Ahora sus ejército se han puesto en marcha y parecen decididos, esta vez sí, a llegar a la guerra.

La artillería de los cocaleros, los camioneros y transportistas del Chapare, además de algunos pobladores de El Alto, han dicho que no acatan la cuarentena decretada por el gobierno, y que han decidido plantarse firmes.

Sus más expresivos dirigentes han llegado a decir que esto del coronavirus es un invento del imperio, que la cuarentena es una “discriminación” y que ellos han decidido dar batalla.

Era inverosímil que la apresurada fuga del cocalero jefe hubiera puesto fin al experimento más atrevido que se había dado en Bolivia para que el país sea gobernado por el narcotráfico.

La transnacional del crimen organizado, como llama el presidente de Colombia, Iván Duque, al “socialismo del siglo XXI” o al Foro de Sao Paulo, no se iba a resignar a perder el puesto más avanzado que había conquistado en su proyecto mundial.

El partido del cocalero había sido derrotado en noviembre por la rebelión masiva mas grande que había visto Bolivia. El caudillo había huido. La derrota parecía total. Y definitiva.

Pero por algún descuido, quienes debían hablar en nombre del pueblo que había tenido semejante victoria optaron por hacer concesiones. Aprobaron una ley de convocatoria a elecciones que reconocía como válida la aberración de las circunscripciones que garantizaban el triunfo al partido del derrotado. Era la primera vez que un ejército triunfante aceptaba las condiciones de los derrotados. Como si los nazis, con Hitler suicidado, hubieran impuesto sus condiciones a los aliados vencedores.

Y ahora, los herederos del fugado vuelven a desafiar. Quieren guerra. Ni siquiera toman en cuenta que el país está empeñado en otro desafío, tan de vida o muerte como el otro.

Las fuerzas que derrocaron a la dictadura del cocalero están alerta. El país está a punto de entrar en un conflicto impostergable pero que llega en un momento muy difícil.

Si las elecciones de mayo van a ser aplazadas por algunos meses, como parece lo más apropiado, el choque de las dos fuerzas podría también ser dejado para después.

El ejército y la policía, ocupados en el control de las fronteras, miran con atención lo que ocurre en esta arena política, en esta guerra ya declarada pero puesta en cuarentena.

Cuando haya acabado la pesadilla del virus que llegó de China, los bolivianos tendrán que resolver este desafío interno. Hay fuerzas que quieren dividir el país, que se proponen declarar la independencia de algunas regiones.

Los cocales de Chapare serán el escenario donde se defina esta contienda. Y también los parques nacionales, como el Amboró, donde predominan los colombianos de las FARC.

Se fue el cocalero jefe pero el proyecto sigue buscando sobrevivir.

Siglo21bolivia.com

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