Pecados de los medios

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Humberto Vacaflor Ganam

No es tarde. Lo que está faltando, para el periodismo, es una auditoría de lo que le pasó al gremio en los catorce años del infierno masista.

Tenemos que decirlo. No fue solamente que algunos medios fueron comprados al contado violento por agentes del gobierno: algunos medios fueron alquilados, tomados en anticrético, maniatados, secuestrados.

Agentes del gobierno se infiltraron en algunos medios independientes para hacer de comisarios políticos, para censurar noticias, para arrinconar a algunos columnistas, o directamente para expulsarlos.

Este período de la vergüenza para el periodismo necesita ser exhibido, admitido y reconocido, para que nunca más se vuelva a dar. Quizá sea necesario crear instancias especiales para vacunar al periodismo del futuro.

Si los que hemos sufrido las atrocidades del masismo nos callamos y no abrimos un debate sobre lo que realmente ocurrió, corremos el riesgo de que los colegas del futuro vuelvan a ser víctimas de este mismo flagelo.

Las compras de medios por agentes extranjeros o nacionales fue uno de los métodos más usados, a pesar de que existen leyes que prohíben que empresas extranjeras adquieran porcentajes muy altos de empresas periodísticas.

Periodistas despedidos de la noche a la mañana por razones políticas, sin pago de beneficios sociales fue el pan de cada día en el infierno masista. Agentes del gobierno, con la careta de dignos periodistas, manejaron importantes medios y los pusieron al servicio del partido de gobierno.

Fue la época de la impostura. El gobierno logró elaborar e imponer listas negras, con los nombres de personajes, incluidos periodistas, que jamás podían ser convocados por los medios, bajo ningún pretexto. Y los medios, casi todos, obedecían sin chistar.

Los cerca de 4.000 millones de dólares que el gobierno del MAS destinó a la propaganda entre 2006 y 2018, que es el doble de lo que destinó a Salud o Educación, sirvieron para hacer millonarios en el periodismo.

Una investigación de fortunas repentinas en este sector serviría para comprobar que era verdad lo que todos sospechábamos.

Hay que someter al sector periodístico a una purga, a un lavado, para identificar a los agentes de la ignominia.

Esto lo propongo desde mi columna en el periódico El Deber, que me cobijó después de que fui despedido de todos los medios donde yo había logrado espacios destacados.

Los culpables de la vergüenza deben ser identificados y censurados por bien del periodismo.

Siglo21bolivia.com

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