La guerra absoluta

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Humberto Vacaflor Ganam

Diodato Cabello, el hombre fuerte de Venezuela, si eso fuera posible, anunció que ahora comienza “la guerra absoluta”, es decir el enfrentamiento entre las dos corrientes que dividen al mundo: el occidente y la “transnacional del crimen organizado”.

Y luego, Nicolás Maduro dio la bienvenida a los dirigentes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de COLOMBIA) que renegaron de los acuerdos de paz suscritos por esa organización en La Habana, con el ahora expresidente Juan Manuel Santos, y decidieron pelear en Venezuela.

Con esto se confirma la apreciación de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, de que para derrocar al chavismo se debe vencer también a los 20.000 cubanos que ocupan Venezuela, a los 15.000 combatientes de las FARC y a los 10.000 terroristas de Hezbolah.

El balance tendría que incluir ahora a los militares rusos que quedaron en Venezuela y a la ayuda de China. El régimen de Irán está representado en esta alianza por los terroristas de Hezbolah.

No se ha dicho nada sobre los “voluntarios” que pudo haber enviado el presidente de Bolivia para apoyar al régimen dejado por su “hermano eterno”, Hugo Chávez. Toda la trasnacional está movilizada en esta cruzada en defensa del peor gobierno de la historia de Venezuela.

Los militares venezolanos, decía un análisis de El Mundo de Bogotá, no son un peligro. Es un ejército “chévere”, pero sus aliados extranjeros son de temer. Cabello dijo el pasado fin de semana que los “marines” de Estados Unidos podrán invadir Venezuela, pero habrá que ver cómo salen.

Si el gobierno boliviano ha enviado tropas o milicianos a esta cruzada del crimen organizado, el país tendría que saberlo. En realidad, el país quiere saber por qué Bolivia se ha envuelto en esta cruzada que comprende a terroristas internacionales.

Pero sobre todo sería bueno que los bolivianos supieran la razón por la cual el gobierno ha afiliado al país en este eje internacional que incluye a fuerzas musulmanas decididas desde hace siglos a destruir la sociedad occidental y cristiana.

Esta especie de Pacto de Varsovia del narcotráfico, surgido tras el derrumbe del primero, que quedó en cenizas con el desastroso final del comunismo, ha encontrado que las mafias son la solución, o fueron su destino desde el principio.

Haría falta un referéndum, esta vez de cumplimiento obligatorio, para decidir en qué bando peleará Bolivia esta guerra.

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