Droga a cambio de gas

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Humberto Vacaflor Ganam

Cuando haya salido todo el gas natural descubierto por los neoliberales y se haya agotado incluso la borra, si la hubiera, Bolivia habrá quedado en calidad de país de tránsito, o por lo menos territorio de tránsito, si no hubiera país.

Un experto en hidrocarburos me acaba de confirmar algo que yo repetía desde hace diez años: en 2025 tendremos que importar gas natural para el consumo interno, según premoniciones de dos prestigiosos expertos tarijeños, Carlos Cherroni y Carlos Darlach.

Entonces, llegado ese momento, los gasoductos conectados con Argentina y Brasil podrán servir para que pase el gas del yacimiento argentino de Vaca Muerta hacia Brasil, lo que no dejará ni siquiera el olor en Bolivia, aunque quizá algo de peaje.

Las reservas de gas que recibió del neoliberalismo el gobierno del cocalero Morales sumaban 40 TCF y ahora estarían, según las cifras bien guardadas con mucho celo por los 8.000 empleados de YPFB, en alrededor de 5 TCF.

Fueron sobreexplotadas cuando el precio estaba en su nivel más alto de la  historia, porque el cocalero quería tener mucho dinero para el despilfarro y su ministro de economía le decía sí a todo.

Por ejemplo, 1.000 millones de dólares para una planta de urea que debía estar muy cerca de los cocaleros de Chapare, aunque no sirviera para nada y ahora pierda dinero cuando se la pone a funcionar.

O para comprar, pagando 1.400 millones de dólares, tres turbinas que no se sabe para qué sirven, sobre todo si no hay gas para dotarlas.

Y hay cientos de ejemplos. Fue el gobierno más despilfarrador del mundo. Un avión de lujo para el presidente, otro para el vice, helicópteros para los ministros, todo lo que sea. Aquí no preguntamos cuánto cuesta, sino el monto de la comisión.

Los de Samsung llegaron al extremo de vender sus sobrantes, junto con la planta de Bulo Bulo: esas cosas que había traído para montar el más grande elefante blanco de Bolivia. Por la módica suma de 40 millones de dólares. Total: los bolivianos seguirán votan por el “proceso de cambio”.

Se confiaron mucho. No conocen al país. En octubre-noviembre de 2019 los bolivianos votaron en las calles por la nueva consigna: cambio Y FUERA. O, como se dijo en esos días: no fue un golpe de Estado, fue una patada en el culo. Esa es la definición que prefiero.

Ahora hay que pensar en lo que costará importar el gas natural para el consumo interno. Son 14 millones m3/d que deberán quedarse en alguna de las válvulas de paso del “gasoducto transboliviano”.

Nosotros les mandamos cocaína y ellos nos mandan gas. Cada quien según su vocación. ¿Viste?

Siglo21bolivia.com

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